domingo, 11 de mayo de 2014

En la feria del libro

La feria del libro de Buenos Aires es el encuentro cultural más importante del país. Hace unos días el filósofo y crítico literario Juan José Sebreli la definió como "el evento para los que no leen libros", y si bien esto puede ser cierto, también es verdad que al menos a mí me alegra mucho ver semejante cantidad de público ––alrededor de un millón de visitantes–– dando vueltas por la feria. 
Para ser best seller en Argentina tenés que vender diez mil ejemplares de tu libro, y si por la feria pasan un millón de personas en veinte días, y si este millón de personas se abocara realmente a la literatura el resto del año, bueno, la cuenta daría cómodamente para que muchos escritores fueran best seller. Y todos felices. Pero, en fin, dejemos de soñar por ahora. 
Este año me tocó participar de dos entregas de premios ––saqué un segundo premio con mi cuento "Clavelina en la puerta", y primera mención con mi ensayo histórico sobre Artigas, ambos premios de los concursos participativos de UPCN que pueden leer en mi blog de cuentos http://www.lanzacuentos.blogspot.com––, decía entonces, este año participé de esos dos eventos y también la visité el primer día cuando la inauguró Quino.
La feria está hermosa.
Los stands venían repitiendo su diseño en las ediciones anteriores, y año tras año uno tenía la sensación de estar volviendo a la misma gran librería recordada de memoria. Pero esta vez, quizá por tratarse de la edición número 40, los stands se remodelaron, se pusieron más modernos y creativos y vistosos ––increíble la rayuela Cortaziana colgante del stand de Alfaguara––, y aunque en las horas más concurridas es difícil pasearse entre las bateas sin ser apretado como una sardina, al menos la sensación es la de estar en una feria a la altura de lo que representa. 
En cuanto a Quino, no pude verlo. Hice la cola con mi hija durante una hora para entrar al auditorio Borges, pero la presentación se atrasaba ––¿Por qué en este país nunca pueden cumplirse los horarios pautados?–– y la nena se ponía ansiosa y yo también me puse mal por la demora y finalmente nos cansamos y nos fuimos. Nos fuimos a seguir recorriendo la feria, y acá viene la parte en la que hablo de los libros.
Los libros son caros. Eso ya lo sabemos. Y la feria no es la excepción. Esto, sumado a la incomodidad que se presenta al tener que hacer una fila de por lo menos quince personas para llegar a la caja para pagar tu libro, bueno, básicamente por esto me fui de la feria casi con las manos vacías. Solo compré "La otra playa", que es la novela ganadora del premio Clarín 2012, y para mi hija llevé un libro genial de un escritor brasileño hasta entonces para mí desconocido que se llama Ziraldo, y que tiene un excelente libro infantil titulado "El polilla", la historia de un chico demasiado travieso y pillo pero de un enorme corazón. Sobre estos dos libros hablaré más adelante en otras entradas.
Hoy es 11 de mayo. Desde el ventanal del café Havanna de Caseros veo caer la lluvia gruesa sobre el gris silencio del domingo a la tarde: mi barrio todavía duerme la siesta. La feria del libro de Buenos Aires termina mañana. Tengo ganas de ir una vez más para despedirla hasta el año que viene. Pero mañana trabajo, y la feria tiene que irse a descansar.  



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